Cristal llega a Chongoyape con la misión de sostenerse en pie de lucha, aferrado a la esperanza de que los que marchan en la cima tropiecen en algún momento, aunque cada fecha parecen afirmarse con mayor solidez. El camino es estrecho y la exigencia máxima, porque en el horizonte se acerca un duelo contra un rival directo que podría definir el futuro inmediato. En este contexto, ganar dejó de ser una meta opcional para convertirse en un mandato inquebrantable. Cada partido es una final, cada punto una batalla, y cada error un golpe que puede costar el campeonato.

La visita llega sin bajas, con el regreso de Araujo para reforzar la defensa y con Yotún, a quien el momento le exige asumir la capitanía no solo con la cinta, sino con carácter y liderazgo en la cancha. Cristal carga con la obligación histórica de su escudo, el peso de una hinchada que no se resigna y la necesidad de demostrar que, pese a las dudas, aún puede pelear hasta el final.