Cuando hablamos de Sporting Cristal, no solo recordamos títulos, grandes partidos o jugadores emblemáticos. Recordamos, sobre todo, una historia que nace de una visión familiar: la de la familia Bentín. Una visión que trascendió el negocio cervecero para convertirse en un símbolo de identidad, de orgullo y de unión para miles de hinchas.

Era el año 1955, y el fútbol peruano vivía una etapa de cambios y oportunidades. Fue entonces cuando don Ricardo Bentín Mujica, junto a su esposa Esther Grande de Bentín, tomaron una decisión que marcaría para siempre el deporte nacional: fundar un club que reflejara los valores de la empresa familiar, la Cervecería Backus y Johnston. Así nació Sporting Cristal, el club que vestiría de celeste como reflejo del agua pura que era base de su producto, y que desde el inicio mostró la determinación de competir en lo más alto.
Lo que comenzó como un proyecto empresarial se transformó rápidamente en una pasión compartida. Bajo la conducción de los Bentín, Cristal no solo destacó por su organización y solidez económica, sino también por su compromiso con el talento local. Desde sus primeros días, el club apostó por desarrollar jugadores jóvenes, mantener una disciplina ejemplar y proyectarse como modelo para el resto de instituciones deportivas del país.
Pero el verdadero legado de los Bentín no se limita a los trofeos ni a las hazañas deportivas. Su visión fundacional creó un club con alma social: un espacio de integración, identidad y valores. Sporting Cristal se convirtió en un ejemplo de que la empresa y el deporte pueden ir de la mano cuando comparten un propósito que trasciende lo económico.
Décadas después, la camiseta celeste sigue siendo testigo de ese sueño que se transformó en leyenda. La historia de los Bentín nos recuerda que, más allá del negocio o la competencia, el verdadero motor que mueve a un club es la pasión genuina de las personas que creen que todo gran proyecto empieza con una idea, pero perdura gracias a su gente.
Hoy, mirar hacia atrás es también reconocer que sin aquella familia y su compromiso con un ideal, Sporting Cristal no sería el club que conocemos y amamos. Porque el fútbol no solo se trata de ganar partidos, sino de construir historias que permanezcan en la memoria colectiva. Y pocas historias en nuestro país tienen un origen tan lleno de visión, coraje y afecto como la de los Bentín y su Sporting Cristal.