62f7f3945390a330c44bd63c

Cuando rozamos la gloria: Cristal y su histórico subcampeonato del 97

Han pasado casi tres décadas, pero los que vivimos ese 1997 lo tenemos grabado como si fuera ayer. Fue un año distinto, un año en que Sporting Cristal se plantó ante América y le dijo: “Aquí estamos”. No solo fue fútbol; fue ilusión, coraje y la demostración de que un club peruano podía soñar en grande sin complejos.

 

 

Ese Cristal del 97 tenía algo especial. No era solo un buen equipo; era un grupo que transmitía identidad. Sabían a lo que jugaban, se conocían de memoria, y más allá del talento, tenían algo que pesa más en partidos difíciles: carácter. Julinho era el alma en ataque, Jorge Soto tenía ida y vuelta infinito, Solano aportaba calidad y garra, Pedro Garay manejaba los hilos, Bonet era clave en el area, y Balerio daba seguridad bajo los tres palos. Y Sergio Markarián desde el banco supo darle forma a un sueño que parecía imposible.

2xxb3amkwrftdnf7nbn773zjge
r838318 1280x720 16 9

El camino estadístico a la gloria

La campaña empezó en un grupo difícil, con rivales peruanos y chilenos: Alianza Lima, Universidad Católica y Cobreloa. En total, Sporting Cristal jugó 14 partidos en esa Libertadores 1997, con un saldo de:

  • 5 victorias
  • 6 empates
  • 3 derrotas
  • 14 goles a favor
  • 11 goles en contra

La final que nos hizo soñar

En la gran final contra Cruzeiro, el Nacional se llenó con más de 45,000 hinchas y empatamos 0-0, dejando todo abierto. En Belo Horizonte, pese al gol que recibimos, Cristal nunca dejó de pelear: tuvimos 6 remates al arco y casi empatamos al final. Fue un 1-0 que dolió, pero que dejó la sensación de que dimos pelea hasta el último segundo.

Al final, Cristal terminó siendo el equipo peruano con la mejor defensa de toda la Libertadores: solo 11 goles recibidos en 14 partidos. Un logro que mostró que la camiseta celeste podía competir con orden y carácter.

Más que un subcampeonato

Muchos dicen: “Fue solo un segundo lugar”. Pero para los que amamos estos colores, sabemos que fue mucho más: fue el torneo que nos enseñó que no hay imposibles. Que con trabajo, orden y fe, un club peruano podía mirar de frente a potencias que parecían inalcanzables.

Ese Cristal del 97 cambió la forma de ver el fútbol peruano. Nos regaló noches de estadio lleno, familias saltando de alegría, y lágrimas que, aunque fueran de derrota, también eran de orgullo. Porque perdimos la copa, sí, pero ganamos respeto. Ganamos identidad. Y ganamos un lugar en la historia grande del continente.

Porque el 97 no perdimos una copa. Ganamos historia. Y ese logro sigue siendo, hasta hoy, un orgullo eterno para todo Sporting Cristal… y para el fútbol peruano.

Hoy, cuando uno recuerda ese equipo, no piensa solo en fútbol. Piensa en lo que significa soñar y pelear por algo grande, aunque todos digan que es imposible. Piensa en cómo once jugadores, un entrenador, un club entero y millones de hinchas se unieron para lograr lo impensado.

Ese año, Cristal no solo jugó una final. Demostró que un club peruano podía llegar hasta el último partido del torneo más importante de América. Y aunque la copa no se quedó en Lima, quedó algo más importante: un legado que sigue vivo.

Cada vez que vemos esos números, esos goles y esas imágenes, recordamos que en el 97 rozamos la gloria. Y que ese subcampeonato no fue una derrota, sino una victoria del corazón celeste.

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.